sábado, 11 de diciembre de 2010

El día que no vi a Vargas Llosa

Ni siquiera recuerdo la fecha exacta, sería mentir si dijera que conservo ese dato en la memoria, sólo recuerdo que estaba en mis últimos ciclos de la universidad y que una mañana que llegué a clases se confirmó el rumor que escuché por los patios durantes varios días: "Vargas Llosa viene a la Pedro".
Obviamente los más emocionados éramos los que llevábamos la especialidad de Lengua y Literatura quienes nos sentimos como lo harían los adolescentes cuando tienen la oportunidad de ver a su artista favorito en vivo y en directo. Esa visita iba a ser todo un acontecimiento.
Algunos intentaron (con distintas suertes) acercarse al reducido círculo literario que preparaba la bienvenida para el escritor. Otros , menos "sobones", sólo preparábamos nuestras cámaras, grabadoras y obviamente un ejemplar de alguna de sus obras con la obvia ilusión de una rúbrica.
Hicimos un pequeño grupo en el que alguien llevaría la cámara , otro , la grabadora (esa era yo), y los demás, las provisiones del caso.
Estuvimos a punto de hacerle el "apanado" a un compañero que quería llevar su obra de tres soles: "¿Cómo se te ocurre que le vas a pedir a Vargas Llosa que te firme un libro pirata?-le dijimos.
Recuerdo que ese día terminamos como siempre nuestras clases a la una de la tarde y la consigna era encontrarnos a las 5p.m. en la universidad.
Desde las cuatro empecé a preparar las cosas que iba a llevar, y ya estaba con un pie en la calle, cuando sucedió lo inesperado: tocaron el timbre de mi casa.
Cuando abrí la puerta no pude evitar una repentina sensación de "¡¡¡Ay noooo!!! ¿Por qué ahora?"
Era mi mejor amigo, aquel a quien le había prometido estar a su lado "en las buenas y en las malas", al que le había dicho que podía contar conmigo sin importar el día y la hora. Sí, era él ...y tenía un problema.
Era él... y necesitaba conversar con alguien, y ese alguien era yo.
Confieso que cuando nos sentamos a conversar lo primero que hice fue mirar el reloj y calcular cuánto me podría tardar para no perderme el evento que había esperado con tanta emoción.
Sin embargo bastaron unas cuantas palabras para darme cuenta que ni el mismísimo Vargas Llosa era más importante que mi mejor amigo.

Dos veces me llamaron para recordarme que me seguían esperando y que ya estaba por empezar la ceremonia; le propuse a mi compañero que viniera a recoger la grabadora, porque yo ya no iba.
Media hora después apareció, fue ahí cuando mi amigo recordó los afiches que estaban por toda la universidad y tal vez pensó que yo me sentiría muy triste o incómoda por eso, pero le hice saber que no era así y tuvimos una larga y lacrimógena conversación.

Como era de esperarse, al siguiente día, mis compañeros se vanagloriaban de sus libros firmados por Vargas Llosa y de haberse tomado una foto junto a él, en medio de toda la multitud, claro está. Me devolvieron la grabadora, y mi compañero prometió prestarme el cassette para escuchar el discurso; cosa que, por cierto, nunca hizo.
Pero eso ya no viene al caso.

Todo esto regresó a mi memoria cuando el pasado 7 de octubre le concedieron el tan ansiado Nobel  de Literatura a Vargas Llosa. Y si bien es cierto, no tengo ningún libro suyo con su firma ni una foto junto a él ni un recuerdo de aquella tarde literaria, conservo algo mucho mejor: un fuerte abrazo de mi mejor amigo al finalizar nuestra conversación y un "Gracias, sabía que podía contar contigo". 
Ese es mi humilde premio Nobel.

sábado, 10 de julio de 2010

Recuerdos de mi primera vez

Aún recuerdo claramente la primera vez...que me interesé por un mundial de fútbol.
La primera Copa del Mundo que vi con mucha atención fue EE.UU. 94. Estaba en segundo de secundaria; y si ahora hay algunos a los que les sorprende que una mujer hable de futbol, obviamente en aquella época, muchísimo más.

Recuerdo que grabé con devoción en cintas de VHS cuanto especial sacaron en los canales locales y sobra decir que también la final, en la cual me comía las uñas mientras pateaban los penales.
Me encantó esa experiencia de ver a las diversas selecciones cantando sus himnos al inicio de cada partido, aunque para variar, Perú no estuviera ahí. Y como dicen que las primeras veces nunca se olvidan, hay datos que a pesar del tiempo no se me han ido y hoy quisiera traer de regreso a un día del final de Sudáfrica 2010.

  • El goleador fue el ruso Oleg Salenko con 6 goles. El mejor arquero, el belga Michel Preud Homme  (Aunque Bélgica no llegó ni a cuartos).
  • Inolvidable el equipo de Rumania con Lupescu, Petrescu, Popescu, Dumitrescu ("Y todo lo que terminara en -escu"; como solía decir); además del señor gol que su capitán, Hagi, le hizo a Colombia.
  • El equipo de Bulgaria con todos sus apellidos terminados en "v"; y el interminable partido ante México que ganaron por penales.
  • Los coloridos uniformes de Jorge Campos, arquero mexicano.
  • Otro  golazo: el árabe Owairan, se corrió tres cuartos de cancha antes de vencer al arquero rival. (No recuerdo contra quién jugaban y consultarlo en Google sería traicionar mis recuerdos).
  • El capitán de España de ese entonces, "F. Hierro" (así salía en los créditos) a quien yo le decía Fierro Hierro;después me enteraría que su nombre es Fernando.
  • Un jugador sueco, Andenson, que era altísimo.
  • El camerunés Roger Milla, llamado "El abuelo del Mundial", primero no sabía el porqué del sobrenombre, después leí que tenía 42 años...wowww.
  • La salida de Maradona con la enfermera al finalizar el partido con Nigeria.
  • Partido de octavos: EE.UU. - Brasil; en el que el brasileño Leonardo mandó al hospital un jugador norteamericano por un criminal codazo en la cabeza. 

  • Como olvidar al colombiano Andrés Escobar, un autogol le costó la vida.
  • La cara de Roberto Baggio cuando falló el penal que le dio el "Tetra" a Brasil, con su supla de oro, Romario y Bebeto que me recordaban a los supercampeones Oliver y Tom.
  • Y el momento Kodak: La tierna celebración de Bebeto para su hijo...sencillamente inolvidable.


Pasaron cuatro años más y lo único que recuerdo de Francia 98 fue el llanto de los paraguayos cuando los franceses ganaron; el gesto de Chilavert fue muy lacrimógeno; y obviamente la final, cuando todos apostábamos por el "Penta" de Brasil y conocimos a Zinedine Zidane gracias a los dos goles que hicieron a Francia campeón, ah y por supuesto, la canción de Ricky Martin.
Del 2002 sólo recuerdo el fiasco que resultó la participación de los galos, pues de ser campeones, salieron eliminados en primera ronda.
Y de Alemania 2006, pues recuerdo muy pocas cosas que no vale la pena reseñar.
Repito, como bien dicen, la primera vez nunca se olvida.

lunes, 21 de junio de 2010

Mi hermanita

No he podido olvidar aquella tarde en las que saliste de tu retiro de Confirmación y en la que además del regalo te entregué una carta en la que te escribí lo mucho que te quería, y a la vez, lo mucho que me dolía que solamente me trataras con cariño cuando necesitabas que te hiciera alguna tarea. Esperé emocionada volver a verte para preguntarte qué te había parecido mi carta, y sólo recibí un frío “No la leí porque está muy larga y ya sabes que no me gusta leer”. Esa fue la primera puñalada al corazón que me diste. Aunque te puede sonar cursi así fue. En ese momento me empecé a dar cuenta de algo muy triste: Habías cambiado. Ya no eras mi hermanita menor, ahora eras…mi hermana.

Parece que hubieras olvidado por completo todos los años que fuimos juntas de aquí para allá: al colegio, al parque, al cine, al ir en bicicleta (recuerdo cuando le sacaron las rueditas a tu bici y te sentiste feliz); o cuando simplemente nos poníamos a jugar en situaciones tan infantiles como la bodeguita, el colegio o que tú eras una gran cantante y actriz llena de joyas y ropa muy cara. Cosas de niñas.

Sin embargo con el tiempo creciste y te decidiste por los números, tu corazón de niña se secó y así como son los números, empezaste a volverte fría conmigo. Ya casi no hablábamos y cuando tuvimos edad para salir solas, no salíamos…juntas. Se suponía que debíamos contarnos todo, se suponía que debíamos ser amigas y hasta cómplices, mucho más cuando llegamos a la adolescencia. Se suponía, pero no fue así. Te fuiste alejando de mí cada vez más. Dejamos de tener “nuestros” amigos para pasar a “tus” amigos y “mis” amigos (que por cierto no eran muchos). Llegamos a un punto en el que era casi un castigo el que fueras a algún baile conmigo y no creas que no me daba cuenta que hacías que me aburriera para que no me dieran ganas de volver a salir contigo. Hasta ese punto llegamos. Qué fastidioso debe ser que tus padres te digan “Si no sales con tu hermana (o) no vas a la fiesta o a la disco”.

Recuerdo también la segunda puñalada que me diste cuando todo tu grupito de amigos ya sabía que tenías enamorado y tú me lo dijiste con sarcasmo porque no te quedó otra opción cuando por enésima vez te “obligaron” a llevarme contigo a una fiesta. Ahí comprobé que tus amigos eran más importantes en tu vida que yo, y quise que desaparecieran. Finalmente así fue, porque cuando acabó el colegio cada uno de ellos siguió caminos distintos, pero tú seguías tan fría como antes. Esos amigos se fueron, pero vinieron otros y la historia fue la misma.

Solo espero que recuerdes que cuando necesites un abrazo o un hombro donde llorar, yo voy a estar ahí para ti, así como antes; así como cuando eras …mi hermanita menor.

sábado, 16 de enero de 2010

La Môme Piaf

textoalternativo


No sé cuándo empecé a escuchar música francesa, tal vez tuvo que ver con que mi hermana empezara a estudiar francés y trajera a casa un cd de canciones en ese idioma que escuchaba cada vez que hacía sus tareas. Lo cierto es que cada vez que lo escuchaba no podía evitar una ligera sonrisita ante el peculiar acento que tiene ese idioma. Así puede darme cuenta que algunas canciones que había escuchado de niña, tenían una versión francesa original que me hubiera gustado cantar si no fuera por mi total desconocimiento del idioma galo.
Sin embargo era una sola voz la que concentraba mi atención, parecía que cantaba y hacía gárgaras al mismo tiempo (Debo confesar que hoy en día me siento un tanto avergonzada de semejante atrevimiento con una de las cantantes francesas más célebres). Después descubriría de quién era aquella espectacular voz…Se trataba de Edith Piaf. Hasta ese momento sólo la conocía de nombre por haber leído algunos artículos sobre ella.

Pero no fue hasta que vi su biopic que me di cuenta de cuán afortunada y desgraciada al mismo tiempo puede ser una vida. Los lujos y el dinero que rodeaban a Édith Giovanna Gassion (su verdadero nombre) no pudieron comprar felicidad. Pasó una infancia triste marcada por el alcohol (su abuela le daba vino en el biberón y su padre fue alcohólico); una juventud nada afortunada (a los 17 tuvo una niña que murió de meningitis) y por si fuera poco su descubridor y benefactor fue asesinado cuando apenas iniciaba su camino musical. A pesar de todo y gracias a otro empresario musical pudo llegar a ser una estrella.
Temas como “La vida en rosa”, “Padam” y “La Foule” formaron parte de su excelente repertorio.

Por cierto esta última a algunos les va a sonar conocida…sí es la que están pensando.


La “niña gorrión” tuvo que lidiar a lo largo de su carrera con innumerables noches de bohemia donde su frágil cuerpo se iba deteriorando poco a poco. Además su trágica historia de amor con el boxeador Marcel Cerdan quien murió en un accidente de avión le dio un nuevo mal: la adicción a la morfina y más y más alcohol.
Sus últimas presentaciones públicas las realizó arriesgando su salud, porque el canto era su vida, en el escenario sentía la felicidad completa que no tuvo en el día a día; no hubiera seguido siendo ella misma si no cantaba.

Si hay algo que nunca olvidaré de la película es la memorable presentación en el Olympia de una muy enferma Edith Piaf que con las justas podía caminar y sin embargo interpreta uno de sus temas más emblemáticos: “Non, je ne regrette rien”, después de ver su vida creo que esa es la canción que más la identifica….Simplemente conmovedora.



Sólo sé que después de ver su biopic empecé a escuchar su música con más frecuencia, así que si tienen la oportunidad de ver “La vida en rosa” (La Môme), no se arrepentirán.







Una gran vida para una gran mujer...la eterna "niña gorrión"...La Môme Piaf.

Música, maestra