No he podido olvidar aquella tarde en las que saliste de tu retiro de Confirmación y en la que además del regalo te entregué una carta en la que te escribí lo mucho que te quería, y a la vez, lo mucho que me dolía que solamente me trataras con cariño cuando necesitabas que te hiciera alguna tarea. Esperé emocionada volver a verte para preguntarte qué te había parecido mi carta, y sólo recibí un frío “No la leí porque está muy larga y ya sabes que no me gusta leer”. Esa fue la primera puñalada al corazón que me diste. Aunque te puede sonar cursi así fue. En ese momento me empecé a dar cuenta de algo muy triste: Habías cambiado. Ya no eras mi hermanita menor, ahora eras…mi hermana.
Parece que hubieras olvidado por completo todos los años que fuimos juntas de aquí para allá: al colegio, al parque, al cine, al ir en bicicleta (recuerdo cuando le sacaron las rueditas a tu bici y te sentiste feliz); o cuando simplemente nos poníamos a jugar en situaciones tan infantiles como la bodeguita, el colegio o que tú eras una gran cantante y actriz llena de joyas y ropa muy cara. Cosas de niñas.
Sin embargo con el tiempo creciste y te decidiste por los números, tu corazón de niña se secó y así como son los números, empezaste a volverte fría conmigo. Ya casi no hablábamos y cuando tuvimos edad para salir solas, no salíamos…juntas. Se suponía que debíamos contarnos todo, se suponía que debíamos ser amigas y hasta cómplices, mucho más cuando llegamos a la adolescencia. Se suponía, pero no fue así. Te fuiste alejando de mí cada vez más. Dejamos de tener “nuestros” amigos para pasar a “tus” amigos y “mis” amigos (que por cierto no eran muchos). Llegamos a un punto en el que era casi un castigo el que fueras a algún baile conmigo y no creas que no me daba cuenta que hacías que me aburriera para que no me dieran ganas de volver a salir contigo. Hasta ese punto llegamos. Qué fastidioso debe ser que tus padres te digan “Si no sales con tu hermana (o) no vas a la fiesta o a la disco”.
Recuerdo también la segunda puñalada que me diste cuando todo tu grupito de amigos ya sabía que tenías enamorado y tú me lo dijiste con sarcasmo porque no te quedó otra opción cuando por enésima vez te “obligaron” a llevarme contigo a una fiesta. Ahí comprobé que tus amigos eran más importantes en tu vida que yo, y quise que desaparecieran. Finalmente así fue, porque cuando acabó el colegio cada uno de ellos siguió caminos distintos, pero tú seguías tan fría como antes. Esos amigos se fueron, pero vinieron otros y la historia fue la misma.
Solo espero que recuerdes que cuando necesites un abrazo o un hombro donde llorar, yo voy a estar ahí para ti, así como antes; así como cuando eras …mi hermanita menor.
Parece que hubieras olvidado por completo todos los años que fuimos juntas de aquí para allá: al colegio, al parque, al cine, al ir en bicicleta (recuerdo cuando le sacaron las rueditas a tu bici y te sentiste feliz); o cuando simplemente nos poníamos a jugar en situaciones tan infantiles como la bodeguita, el colegio o que tú eras una gran cantante y actriz llena de joyas y ropa muy cara. Cosas de niñas.
Sin embargo con el tiempo creciste y te decidiste por los números, tu corazón de niña se secó y así como son los números, empezaste a volverte fría conmigo. Ya casi no hablábamos y cuando tuvimos edad para salir solas, no salíamos…juntas. Se suponía que debíamos contarnos todo, se suponía que debíamos ser amigas y hasta cómplices, mucho más cuando llegamos a la adolescencia. Se suponía, pero no fue así. Te fuiste alejando de mí cada vez más. Dejamos de tener “nuestros” amigos para pasar a “tus” amigos y “mis” amigos (que por cierto no eran muchos). Llegamos a un punto en el que era casi un castigo el que fueras a algún baile conmigo y no creas que no me daba cuenta que hacías que me aburriera para que no me dieran ganas de volver a salir contigo. Hasta ese punto llegamos. Qué fastidioso debe ser que tus padres te digan “Si no sales con tu hermana (o) no vas a la fiesta o a la disco”.
Recuerdo también la segunda puñalada que me diste cuando todo tu grupito de amigos ya sabía que tenías enamorado y tú me lo dijiste con sarcasmo porque no te quedó otra opción cuando por enésima vez te “obligaron” a llevarme contigo a una fiesta. Ahí comprobé que tus amigos eran más importantes en tu vida que yo, y quise que desaparecieran. Finalmente así fue, porque cuando acabó el colegio cada uno de ellos siguió caminos distintos, pero tú seguías tan fría como antes. Esos amigos se fueron, pero vinieron otros y la historia fue la misma.
Solo espero que recuerdes que cuando necesites un abrazo o un hombro donde llorar, yo voy a estar ahí para ti, así como antes; así como cuando eras …mi hermanita menor.
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